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    Del agradecimiento

    Del agradecimiento

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    COP $ 34.000
    La orientación filosófica fundamental de Schwarz se inscribe sin reserva en lo que actualmente da en llamarse el realismo fenomenológico. Quienes se adhieren a esta filosofía no comparten tan sólo su decisiva tesis capital sobre la trascendencia del conocimiento humano, fundándola en una interpretación realista de la primera edición de las investigaciones lógicas de Husserl, sino también un exigente método nuevamente socrático de filosofar, que ha sido practicado genialmente por pensadores de la estatura de Alexander Pfänder, Max Scheler, Adolf Reinach, Edith Stein, Hedwig Conrad-Martius o Dietrich von Hildebrand. Hoy el más conocido definidor y tenaz promotor de este modo de hacer filosofía es indudablemente Josef Seifert.Pues bien, en este opúsculo Balduin Schwarz, para desentrañar el logos inmanente al complejo fenómeno del agradecimiento, usa magistralmente los recursos metódicos de la fenomenología realista, mas se vale asimismo con toda libertad de otros procedimientos compatibles con ella. Y, a nuestro parecer, la presente investigación constituye en verdad, además de un esclaramiento realmente clásico y aún no superado de dicho fenómeno, una muestra ejemplar de ese acendrado modo de filosofar que pretende ante todo ir al grano esencial de las cosas mismas. Pero será el lector ganoso de verdad en cuyas manos caigan estas páginas el que habrá de juzgar por sí mismo, en un mundo tan lleno de falsificaciones, si el fruto lógico que Schwarz cosecha en ellas le parece tener el genuino sabor de la filosofía y es capaz de ofrecer verdadero alimento a las necesidades de su espíritu.Pues bien, en este opúsculo Balduin Schwarz, para desentrañar el logos inmanente al complejo fenómeno del agradecimiento, usa magistralmente los recursos metódicos de la fenomenología realista, mas se vale asimismo con toda libertad de otros procedimientos compatibles con ella. Y, a nuestro parecer, la presente investigación constituye en verdad, además de un esclaramiento realmente clásico y aún no superado de dicho fenómeno, una muestra ejemplar de ese acendrado modo de filosofar que pretende ante todo ir al grano esencial de las cosas mismas. Pero será el lector ganoso de verdad en cuyas manos caigan estas páginas el que habrá de juzgar por sí mismo, en un mundo tan lleno de falsificaciones, si el fruto lógico que Schwarz cosecha en ellas le parece tener el genuino sabor de la filosofía y es capaz de ofrecer verdadero alimento a las necesidades de su espíritu. Más información

  2. Diálogos sobre el problema del conocimiento

    COP $ 44.000
    Para quien esté interesado en profundizar en la filosofía rosminiana del conocimiento nada hay más recomendable que el mismo . Sin embargo, para los lectores de habla castellana que no conozcan el italiano existe una traducción de un resumen hecho por Rosmini, precedido de un breve análisis de las posiciones de otros filósofos modernos y de una crítica de las mismas. se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckNuovo Saggio. Sin embargo, para los lectores de habla castellana que no conozcan el italiano existe una traducción de un resumen hecho por Rosmini, precedido de un breve análisis de las posiciones de otros filósofos modernos y de una crítica de las mismas. se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckLos diálogos se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckEl primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckEl segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckQuien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckJuan Francisco Franck Más información
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    La voluntad de creer

    La voluntad de creer

    Sin existencias

    COP $ 34.000
    «To believe or not believe» es la cuestión que palpita en el escrito que presenta esta edición como Y es que la reflexión de este autor sobre la religión se cifra en aquella pregunta frente a la que nadie puede permanecer indiferente: ¿Merece la pena creer, esperar, no sólo por lo que vendrá si es que viene, sino para poder ser más feliz incluso en esta vida La respuesta afirmativa a esta pregunta por parte de este célebre pensador norteamericano es una de las tesis que sostiene sobre la cuestión religiosa: «así la religión vuelve fácil y agradable lo que en cualquier caso es necesario»La voluntad de creer. Y es que la reflexión de este autor sobre la religión se cifra en aquella pregunta frente a la que nadie puede permanecer indiferente: ¿Merece la pena creer, esperar, no sólo por lo que vendrá si es que viene, sino para poder ser más feliz incluso en esta vida La respuesta afirmativa a esta pregunta por parte de este célebre pensador norteamericano es una de las tesis que sostiene sobre la cuestión religiosa: «así la religión vuelve fácil y agradable lo que en cualquier caso es necesario» Más información

  4. Los supuestos relatos. Ficción y leyendas en...

    COP $ 117.000
    En cada uno de los doce capítulos de este libro, sus autores hacen un estudio filológico meticuloso de un relato evangélico como resultado del cual reconstruyen un original arameo en que no sólo no hay nada que se oponga a la historicidad de lo narrado, sino muchos y claros argumentos en su favor. Pero a la vez que se arroja luz sobre un relato particular de uno de los cuatro evangelistas, en el arameo van apareciendo luces preciosas sobre otros relatos; y esto sucede a veces donde apenas se esperaba. El lector aprende en primer lugar a identificar las estridencias del texto griego, abundantes en los evangelios. El paso siguiente consiste en verificar que tras estas estridencias se esconde un texto arameo, del cual es traducción defectuosa el griego estridente. Nunca se pueden predecir los resultados que, al final de cada capítulo, presentan los autores como fruto de su no siempre fácil análisis filológico. Pero siempre estos resultados causarán en el lector amante de los evangelios una innegable alegría, especialmente cuando se trata de textos evangélicos fuertemente discutidos hoy no sólo por parte de los estudiosos sino más aún por la de atrevidos divulgadores. Con la lectura del prólogo, el lector hará un excelente entrenamiento para emprender la del libro entero. Más información
  5. Observaciones sobre la esencia, la esencialid...

    COP $ 62.000
    El tratado de este autor constituye el primer desarrollo fenomenológico de la doctrina sobre la especie o la esencia (según la diversa terminología) presentada por el autor principalmente en la segunda de sus investigaciones lógicas, y en al primera sección del libro primero de si ideas relativas a una fenomenología.Tratando acaso de remediar algunas imprecisiones de la enseñanza de su maestro y de completarla con nuevas clarificaciones, el autor propone en su escrito distinguir nítidamente la esencia (Wesen) que, según afirma, cada objeto individual, tanto real como ideal, posee, de la esencialidad (Wesenheit), esto es, del carácter eidético que determina, por participación en él, la esencia de un objeto; y ambos datos, a su vez, de esa curiosidad llamada la ida (Idee).Las aclaraciones obtenidas le permiten además a su autor arrojar luz sobre asuntos conexos de extraordinaria importancia, tales como la ley de la diferencia especifica, los problemas de lo a priori, la índole de los llamados «objetos ideales» o la cuestión de la subordinación de lo singular bajo lo universal.Tratando acaso de remediar algunas imprecisiones de la enseñanza de su maestro y de completarla con nuevas clarificaciones, el autor propone en su escrito distinguir nítidamente la esencia (Wesen) que, según afirma, cada objeto individual, tanto real como ideal, posee, de la esencialidad (Wesenheit), esto es, del carácter eidético que determina, por participación en él, la esencia de un objeto; y ambos datos, a su vez, de esa curiosidad llamada la ida (Idee).Las aclaraciones obtenidas le permiten además a su autor arrojar luz sobre asuntos conexos de extraordinaria importancia, tales como la ley de la diferencia especifica, los problemas de lo a priori, la índole de los llamados «objetos ideales» o la cuestión de la subordinación de lo singular bajo lo universal.Las aclaraciones obtenidas le permiten además a su autor arrojar luz sobre asuntos conexos de extraordinaria importancia, tales como la ley de la diferencia especifica, los problemas de lo a priori, la índole de los llamados «objetos ideales» o la cuestión de la subordinación de lo singular bajo lo universal. Más información
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    Poemas de exilio, de soledad y de oración

    Poemas de exilio, de soledad y de oración

    Sin existencias

    COP $ 104.000
    Este libro es una amplia antología donde se selecciona la obra de esta autora desde su primer libro, En silencio (Madrid, 1926), hasta Huyeron todas las islas (Madrid, 1988).Es la suya una obra que trata de la condición humana desde una perspectiva individual y emotiva. Una poesía que se comporta como un acto gradual de descubrimiento personal, pero que pretende desde lo subjetivo, desde la vivencia más íntima y personal, abordar cuestiones metafísicas (vida-amor-muerte-Dios) que, alejándola de un inútil confesionalismo, le permiten expresar el significado esencial del vivir humano. Nunca renuncia a comunicarnos su personal visión de la realidad que ha ido configurando a través del poema, verdadero instrumento de su proceso de conocimiento, y por eso, porque se trata de un complejo aprendizaje, nos implica en el camino y su indagación existencial es pauta ara nuestra propia interrogación existencial. Porque, a lo largo de tanta vida y tantos libros, la poeta ha pretendido una y otra vez hallar su propia identidad, y su poesía representa precisamente esta búsqueda apasionada de sí misma, representa una lucha por afirmarse a través de la palabra, de tal manera que el poema es el vehículo de su búsqueda de sentido.Es la suya una obra que trata de la condición humana desde una perspectiva individual y emotiva. Una poesía que se comporta como un acto gradual de descubrimiento personal, pero que pretende desde lo subjetivo, desde la vivencia más íntima y personal, abordar cuestiones metafísicas (vida-amor-muerte-Dios) que, alejándola de un inútil confesionalismo, le permiten expresar el significado esencial del vivir humano. Nunca renuncia a comunicarnos su personal visión de la realidad que ha ido configurando a través del poema, verdadero instrumento de su proceso de conocimiento, y por eso, porque se trata de un complejo aprendizaje, nos implica en el camino y su indagación existencial es pauta ara nuestra propia interrogación existencial. Porque, a lo largo de tanta vida y tantos libros, la poeta ha pretendido una y otra vez hallar su propia identidad, y su poesía representa precisamente esta búsqueda apasionada de sí misma, representa una lucha por afirmarse a través de la palabra, de tal manera que el poema es el vehículo de su búsqueda de sentido. Más información

  7. El deber y la ignorancia de los hechos

    COP $ 34.000
    En este texto se defienden dos tesis paradójicas. La primera es que nuestras obligaciones morales no dependen de la situación en que nos encontremos, sino más bien de lo que nosotros pensamos acerca de esa situación. La razón principal alegada por el autor a favor de esta tesis tan sorprendente es que si fuera verdad la tesis contraria, si nuestros deberes dependieran de la situación en que de hecho nos encontramos, se seguiría la paradoja aún mayor de que en realidad nunca sabemos cuál es nuestro deber, pues nuestro conocimiento de la situación en que nos hallamos es siempre imperfecto, de suerte que nunca sabemos que no estemos pasando por alto circunstancias relevantes que acaso modifiquen nuestra responsabilidad.La segunda paradoja dice que, sea cual sea nuestro deber en una situación concreta, es seguro que no cabe entenderlo como el deber de realizar una acción determinada (por ejemplo, la acción de ayudar a unos familiares necesitados), sino de ponernos a realizar esa acción. La razón en este caso es que realizar una acción es introducir intencionadamente un cambio en el mundo externo (por ejemplo, hacer que ciertas personas necesitadas reciban una suma de dinero) y eso es algo que, a juicio de Prichard, nunca está del todo en mis manos ni puede, por tanto, constituir un deber mío.es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá.La segunda paradoja dice que, sea cual sea nuestro deber en una situación concreta, es seguro que no cabe entenderlo como el deber de realizar una acción determinada (por ejemplo, la acción de ayudar a unos familiares necesitados), sino de ponernos a realizar esa acción. La razón en este caso es que realizar una acción es introducir intencionadamente un cambio en el mundo externo (por ejemplo, hacer que ciertas personas necesitadas reciban una suma de dinero) y eso es algo que, a juicio de Prichard, nunca está del todo en mis manos ni puede, por tanto, constituir un deber mío.es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá.El deber y la ignorancia de los hechos es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá. Más información
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    La naturaleza del juicio

    La naturaleza del juicio

    Sin existencias

    COP $ 34.000
    Enla descripción de un juicio tiene, por tanto, que desaparecer toda referencia ya a nuestra mente ya al mundo. Ninguno de estos puede proporcionar fundamento para nada, salvo en cuanto éstos son juicios complejos. La naturaleza del juicio es más fundamental que ambos, y sólo menos fundamental que la naturaleza de sus constituyentes, la naturaleza del concepto o idea lógica. la descripción de un juicio tiene, por tanto, que desaparecer toda referencia ya a nuestra mente ya al mundo. Ninguno de estos puede proporcionar fundamento para nada, salvo en cuanto éstos son juicios complejos. La naturaleza del juicio es más fundamental que ambos, y sólo menos fundamental que la naturaleza de sus constituyentes, la naturaleza del concepto o idea lógica. Más información

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    Filosofía de la naturaleza

    Filosofía de la naturaleza

    Sin existencias

    COP $ 34.000
    Tras la muerte de Moritz Schlick, en su archivo se encontró un manuscrito inédito. Era el texto que había servido de base a sus clases de filosofía de la naturaleza del invierno de 1932-33. Éste es el valioso documento filosófico que presentamos en esta obra: un singular testimonio de la penetrante capacidad analítica y la pulcritud expositiva del fundador del Círculo de Viena.Nota: Para mayor información, por favor consulte la tabla de contenido. Nota: Para mayor información, por favor consulte la tabla de contenido. Más información

  10. Lo que no sabemos de los valores

    COP $ 34.000
    No es otra cosa la que aquí se propone al autor de estas páginas por lo que se refiere a este tan evidente y a la vez tan confuso y cuestionable mundo de los valores, del que hoy ha hacho su objeto de la axiología. Como otros pensadores compatriotas suyos, Roman Ingarden, mentor indiscutible de la filosofía fenomenológica en el medio polaco, no sólo ha querido rehuir la consideración del problema axiológico, sino que incluso ha escrito acerca de él algunas de las mejores páginas de la filosofía de los valores del siglo XX. Más información