Profesionales y Técnicos

  1. Aclaración sobre el ocasionalismo

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    El autor retoma la polémica de la libertad intrínsica de la libertad humana, poniéndola en conexión con otro problema, suscitado por la filosofía cartesiana: el de la comunicación de las sustancias. El autor concibe esta aclaración como siéndolo del cap. III de la segunda parte del sexto libre de la , donde, a propósito del choque entre los cuerpos, se establece al primer autor como causa universal del movimiento. Esta vinculación entre el problema de raigambre escolástica de las causas segundas y aquel, propiamente moderno, de las relaciones mecánico-cinéticas entre los cuerpos, es original del planteamiento de Malebranche, pero encuentra su explicación en los orígenes del ocasionalismo, en la primera generación de filósofos cartesianos.El ocasionalismo establece, que nada de lo que en la naturaleza y en la vida psíquica percibimos como relaciones de causa y efecto está vinculado realmente por tales conexiones, sino que las así llamadas causas no son sino la ocasión para que Dios produzca determinados hechos que desde nuestra perspectiva son llamados efectos. Veamos cómo se articula tal explicación de la casualidad en los textos de Malebranche.Recherche, donde, a propósito del choque entre los cuerpos, se establece al primer autor como causa universal del movimiento. Esta vinculación entre el problema de raigambre escolástica de las causas segundas y aquel, propiamente moderno, de las relaciones mecánico-cinéticas entre los cuerpos, es original del planteamiento de Malebranche, pero encuentra su explicación en los orígenes del ocasionalismo, en la primera generación de filósofos cartesianos.El ocasionalismo establece, que nada de lo que en la naturaleza y en la vida psíquica percibimos como relaciones de causa y efecto está vinculado realmente por tales conexiones, sino que las así llamadas causas no son sino la ocasión para que Dios produzca determinados hechos que desde nuestra perspectiva son llamados efectos. Veamos cómo se articula tal explicación de la casualidad en los textos de Malebranche.El ocasionalismo establece, que nada de lo que en la naturaleza y en la vida psíquica percibimos como relaciones de causa y efecto está vinculado realmente por tales conexiones, sino que las así llamadas causas no son sino la ocasión para que Dios produzca determinados hechos que desde nuestra perspectiva son llamados efectos. Veamos cómo se articula tal explicación de la casualidad en los textos de Malebranche. Más información
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    Conversación de Filareto y Aristo

    Conversación de Filareto y Aristo

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    La conversación de Filareto y Aristo tiene un interés singular en el diálogo de Leibniz con la filosofía de Malebranche. Fue escrita en 1712 y revisada en 1715. Además de ser una de las últimas y más completas tomas de posición de Leibniz ante la concepción filosófica del pensador francés, constituye también una exposición ordenada y elegante de la filosofía de su autor.Esta obra surge como respuesta a la primera de las conversaciones sobre la metafísica y sobre la religión, que el filósofo del oratorio había publicado en 1688. Como se sabe, en esa obra, dos personajes, Teodoro, que representa la postura de Malebranche, y Aristo, un receptivo joven, discuten sobre temas tan candentes en la época como la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo, la índole de las ideas o la verdadera concepción de la substancia. Leibniz hace comenzar su escrito justo cuando Teodoro acaba de marcharse y deja a Aristo conmovido y emocionado por la brillantez de la exposición filosófica a la que ha asistido. La conversación de Filareto y Aristo pertenece, pues, a un género literario muy apreciado por Leibniz, el diálogo, al que el filósofo ya había recurrido ampliamente.Esta obra surge como respuesta a la primera de las conversaciones sobre la metafísica y sobre la religión, que el filósofo del oratorio había publicado en 1688. Como se sabe, en esa obra, dos personajes, Teodoro, que representa la postura de Malebranche, y Aristo, un receptivo joven, discuten sobre temas tan candentes en la época como la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo, la índole de las ideas o la verdadera concepción de la substancia. Leibniz hace comenzar su escrito justo cuando Teodoro acaba de marcharse y deja a Aristo conmovido y emocionado por la brillantez de la exposición filosófica a la que ha asistido. La conversación de Filareto y Aristo pertenece, pues, a un género literario muy apreciado por Leibniz, el diálogo, al que el filósofo ya había recurrido ampliamente. Más información

  3. Del agradecimiento

    COP $ 34.000
    La orientación filosófica fundamental de Schwarz se inscribe sin reserva en lo que actualmente da en llamarse el realismo fenomenológico. Quienes se adhieren a esta filosofía no comparten tan sólo su decisiva tesis capital sobre la trascendencia del conocimiento humano, fundándola en una interpretación realista de la primera edición de las investigaciones lógicas de Husserl, sino también un exigente método nuevamente socrático de filosofar, que ha sido practicado genialmente por pensadores de la estatura de Alexander Pfänder, Max Scheler, Adolf Reinach, Edith Stein, Hedwig Conrad-Martius o Dietrich von Hildebrand. Hoy el más conocido definidor y tenaz promotor de este modo de hacer filosofía es indudablemente Josef Seifert.Pues bien, en este opúsculo Balduin Schwarz, para desentrañar el logos inmanente al complejo fenómeno del agradecimiento, usa magistralmente los recursos metódicos de la fenomenología realista, mas se vale asimismo con toda libertad de otros procedimientos compatibles con ella. Y, a nuestro parecer, la presente investigación constituye en verdad, además de un esclaramiento realmente clásico y aún no superado de dicho fenómeno, una muestra ejemplar de ese acendrado modo de filosofar que pretende ante todo ir al grano esencial de las cosas mismas. Pero será el lector ganoso de verdad en cuyas manos caigan estas páginas el que habrá de juzgar por sí mismo, en un mundo tan lleno de falsificaciones, si el fruto lógico que Schwarz cosecha en ellas le parece tener el genuino sabor de la filosofía y es capaz de ofrecer verdadero alimento a las necesidades de su espíritu.Pues bien, en este opúsculo Balduin Schwarz, para desentrañar el logos inmanente al complejo fenómeno del agradecimiento, usa magistralmente los recursos metódicos de la fenomenología realista, mas se vale asimismo con toda libertad de otros procedimientos compatibles con ella. Y, a nuestro parecer, la presente investigación constituye en verdad, además de un esclaramiento realmente clásico y aún no superado de dicho fenómeno, una muestra ejemplar de ese acendrado modo de filosofar que pretende ante todo ir al grano esencial de las cosas mismas. Pero será el lector ganoso de verdad en cuyas manos caigan estas páginas el que habrá de juzgar por sí mismo, en un mundo tan lleno de falsificaciones, si el fruto lógico que Schwarz cosecha en ellas le parece tener el genuino sabor de la filosofía y es capaz de ofrecer verdadero alimento a las necesidades de su espíritu. Más información
  4. Diálogos sobre el problema del conocimiento

    COP $ 44.000
    Para quien esté interesado en profundizar en la filosofía rosminiana del conocimiento nada hay más recomendable que el mismo . Sin embargo, para los lectores de habla castellana que no conozcan el italiano existe una traducción de un resumen hecho por Rosmini, precedido de un breve análisis de las posiciones de otros filósofos modernos y de una crítica de las mismas. se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckNuovo Saggio. Sin embargo, para los lectores de habla castellana que no conozcan el italiano existe una traducción de un resumen hecho por Rosmini, precedido de un breve análisis de las posiciones de otros filósofos modernos y de una crítica de las mismas. se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckLos diálogos se colocan por tanto al comienzo de la producción literaria del autor, dedicada a aclarar cuestiones epistemológicas, pero teniendo ya en mente un complejo sistema ontológico, que iría elaborando con el tiempo, sobre todo en sus últimas obras. También hay que colocarlos al comienzo en sentido teorético, ya que la solución del problema ideológico da para el autor la clave de toda filosofía, entendida como el sistema de la verdad.El primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckEl primero de ellos se ocupa de la naturaleza de las ideas. La idea es lo común a varias cosas que poseen una misma naturaleza. Pero eso común no puede estar en cada cosa particular, ya que para ser común es preciso abstraer de la subsistencia. Dice Rosmini contestando a Mauricio: Cuando se dice que la naturaleza humana es igual en muchos individuos, se pronuncia un juicio verdadero. La interpretación que se suele dar es falsa () la igualdad de varios individuos consiste en esta igual relación con la idea. Del mismo modo, la idea por la que algo es conocido es única en todos los hombres. Al considerar una naturaleza común se ha abstraído toda subsistencia, de manera que no queda ya nada particular en ella. Si tuviera una subsistencia particular en cada individuo que posee en cada una de las mentes, y así al infinito.El segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckEl segundo diálogo, más extenso, abarca una serie de temas clásicos en la gnosología moderna: el escepticismo, el problema del puente, el principio de inmanencia. Es central la tesis, defendida con una fuerte lógica, de que el espíritu no da su forma al objeto ni lo altera. Aun cuando nuestro conocimiento de las cosas es limitado, ya que se apoya en la experiencia sensible, no es sin embargo falaz. Tanto el escepticismo como la pretensión de un conocimiento exhaustivo quedan excluidos. Pregunta Rosmini a Mauricio: ¿reconoces alguna diferencia entre saber todo y saber algo () ¿Te parece que, cuando se trata de refutar el escepticismo y de asegurar al hombre la posesión de la verdad, se pretende demostrar que el hombre sabe todas las cosas y que no ignora ninguna. Interesante y digna de atención es la manera en que Rosmini defiende y justifica esta tesis clásica.Quien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckQuien lea estas pocas páginas se maravillará de que el nombre de Rosmini no aparezca más seguido en la literatura filosófica y mucho mayor será el asombro si el lector emprende la lectura de sus obras. Aunque no es el lugar para ahondar en las causas de tan sorprendente omisión, sí lo es para expresar el deseo de que el pensamiento rosminiano reciba la atención que merece.Juan Francisco FranckJuan Francisco Franck Más información
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    La voluntad de creer

    La voluntad de creer

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    COP $ 34.000
    «To believe or not believe» es la cuestión que palpita en el escrito que presenta esta edición como Y es que la reflexión de este autor sobre la religión se cifra en aquella pregunta frente a la que nadie puede permanecer indiferente: ¿Merece la pena creer, esperar, no sólo por lo que vendrá si es que viene, sino para poder ser más feliz incluso en esta vida La respuesta afirmativa a esta pregunta por parte de este célebre pensador norteamericano es una de las tesis que sostiene sobre la cuestión religiosa: «así la religión vuelve fácil y agradable lo que en cualquier caso es necesario»La voluntad de creer. Y es que la reflexión de este autor sobre la religión se cifra en aquella pregunta frente a la que nadie puede permanecer indiferente: ¿Merece la pena creer, esperar, no sólo por lo que vendrá si es que viene, sino para poder ser más feliz incluso en esta vida La respuesta afirmativa a esta pregunta por parte de este célebre pensador norteamericano es una de las tesis que sostiene sobre la cuestión religiosa: «así la religión vuelve fácil y agradable lo que en cualquier caso es necesario» Más información

  6. El deber y la ignorancia de los hechos

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    En este texto se defienden dos tesis paradójicas. La primera es que nuestras obligaciones morales no dependen de la situación en que nos encontremos, sino más bien de lo que nosotros pensamos acerca de esa situación. La razón principal alegada por el autor a favor de esta tesis tan sorprendente es que si fuera verdad la tesis contraria, si nuestros deberes dependieran de la situación en que de hecho nos encontramos, se seguiría la paradoja aún mayor de que en realidad nunca sabemos cuál es nuestro deber, pues nuestro conocimiento de la situación en que nos hallamos es siempre imperfecto, de suerte que nunca sabemos que no estemos pasando por alto circunstancias relevantes que acaso modifiquen nuestra responsabilidad.La segunda paradoja dice que, sea cual sea nuestro deber en una situación concreta, es seguro que no cabe entenderlo como el deber de realizar una acción determinada (por ejemplo, la acción de ayudar a unos familiares necesitados), sino de ponernos a realizar esa acción. La razón en este caso es que realizar una acción es introducir intencionadamente un cambio en el mundo externo (por ejemplo, hacer que ciertas personas necesitadas reciban una suma de dinero) y eso es algo que, a juicio de Prichard, nunca está del todo en mis manos ni puede, por tanto, constituir un deber mío.es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá.La segunda paradoja dice que, sea cual sea nuestro deber en una situación concreta, es seguro que no cabe entenderlo como el deber de realizar una acción determinada (por ejemplo, la acción de ayudar a unos familiares necesitados), sino de ponernos a realizar esa acción. La razón en este caso es que realizar una acción es introducir intencionadamente un cambio en el mundo externo (por ejemplo, hacer que ciertas personas necesitadas reciban una suma de dinero) y eso es algo que, a juicio de Prichard, nunca está del todo en mis manos ni puede, por tanto, constituir un deber mío.es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá.El deber y la ignorancia de los hechos es una lectura aconsejable no sólo por el interés objetivo de los argumentos de Prichard, sino también porque constituye una espléndida muestra de la forma mentis, genuinamente filosófica, del autor. Es característica la tenacidad con la que, a lo largo de estas páginas, Prichard hace avanzar la investigación, la paciencia infinita con que va examinando las dificultades que le salen al paso, la renuncia a todo adorno del lenguaje en beneficio de la precisión. Todo esto tiene, desde luego, un precio: su estilo es seco, en ocasiones enrevesado a fuerza de plegarse al perfil de la cosa misma, y la lectura se hace por momentos fatigosa. Pero quien haga el esfuerzo de seguir a Prichard por los vericuetos de su argumentación no se arrepentirá. Más información
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    La naturaleza del juicio

    La naturaleza del juicio

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    Enla descripción de un juicio tiene, por tanto, que desaparecer toda referencia ya a nuestra mente ya al mundo. Ninguno de estos puede proporcionar fundamento para nada, salvo en cuanto éstos son juicios complejos. La naturaleza del juicio es más fundamental que ambos, y sólo menos fundamental que la naturaleza de sus constituyentes, la naturaleza del concepto o idea lógica. la descripción de un juicio tiene, por tanto, que desaparecer toda referencia ya a nuestra mente ya al mundo. Ninguno de estos puede proporcionar fundamento para nada, salvo en cuanto éstos son juicios complejos. La naturaleza del juicio es más fundamental que ambos, y sólo menos fundamental que la naturaleza de sus constituyentes, la naturaleza del concepto o idea lógica. Más información

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    Filosofía de la naturaleza

    Filosofía de la naturaleza

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    Tras la muerte de Moritz Schlick, en su archivo se encontró un manuscrito inédito. Era el texto que había servido de base a sus clases de filosofía de la naturaleza del invierno de 1932-33. Éste es el valioso documento filosófico que presentamos en esta obra: un singular testimonio de la penetrante capacidad analítica y la pulcritud expositiva del fundador del Círculo de Viena.Nota: Para mayor información, por favor consulte la tabla de contenido. Nota: Para mayor información, por favor consulte la tabla de contenido. Más información

  9. Lo que no sabemos de los valores

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    No es otra cosa la que aquí se propone al autor de estas páginas por lo que se refiere a este tan evidente y a la vez tan confuso y cuestionable mundo de los valores, del que hoy ha hacho su objeto de la axiología. Como otros pensadores compatriotas suyos, Roman Ingarden, mentor indiscutible de la filosofía fenomenológica en el medio polaco, no sólo ha querido rehuir la consideración del problema axiológico, sino que incluso ha escrito acerca de él algunas de las mejores páginas de la filosofía de los valores del siglo XX. Más información
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    Breve esbozo de una teoría general del conocimiento

    Breve esbozo de una teoría general del conoc...

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    COP $ 34.000
    El texto que aquí se ofrece al lector fue publicado en 1970, en la reedición ampliada del (Ensayo sobre el conocimiento) que preparó, para la casa Felix Meiner de Hamburgo, Franziska Mayer-Hillerbrand. Este libro de Brentano fue primitivamente compuesto, a base de escritos inéditos, por Alfred Kastil, y se imprimió en 1925, en la misma famosa biblioteca filosófica de Meiner. Cuando Kastil lo sacó a la luz, el libro sólo contenía dos ensayos que hay en la edición de 1970, aunque Mayer-Hillerbrand realizó su ampliación dejándose guiar, en general, por las indicaciones que había preparado su maestro, Kastil (aunque justamente nuestro incluido en la selección por iniciativa personal del alumna).Versuch über die Erkenntnis (Ensayo sobre el conocimiento) que preparó, para la casa Felix Meiner de Hamburgo, Franziska Mayer-Hillerbrand. Este libro de Brentano fue primitivamente compuesto, a base de escritos inéditos, por Alfred Kastil, y se imprimió en 1925, en la misma famosa biblioteca filosófica de Meiner. Cuando Kastil lo sacó a la luz, el libro sólo contenía dos ensayos que hay en la edición de 1970, aunque Mayer-Hillerbrand realizó su ampliación dejándose guiar, en general, por las indicaciones que había preparado su maestro, Kastil (aunque justamente nuestro incluido en la selección por iniciativa personal del alumna).Breve esbozo incluido en la selección por iniciativa personal del alumna). Más información