Literatura

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    Memoria del fuego 2. Las caras y las máscaras

    Memoria del fuego 2. Las caras y las máscara...

    Sin existencias

    COP $ 86.000

    Este libro es el segundo volumen de la trilogía Memoria del fuego. No se trata de una antología, sino de una obra de creación literaria. El autor se propone narrar la historia de América y sobre todo la historia de América Latina, revelar sus múltiples dimensiones y penetrar sus secretos. El vasto mosaico llegará, en el tercer volumen, hasta nuestros días. Las caras y las máscaras abarca los siglos XVIII y XIX.

    A la cabeza de cada texto se indica el año y el lugar en que ha ocurrido el episodio que se narra, Al pie, entre paréntesis, los números señalan las principales obras que el autor ha consultado en busca de información y marcos de referencia. La lista de las fuentes documentales se ofrece al final. Las trascripciones literales se distinguen en letra bastardilla.

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    La preparación de la novela

    La preparación de la novela

    Sin existencias

    COP $ 120.000
    Este libro encierra manuscritos, apuntes, anotaciones, citas, fotografías: en suma, todo lo que Roland Barthes colocó sobre la mesa de su seminario en el . Pero no sólo eso, sino también deslumbrantes fragmentos de prosa barthesiana, que muestran el modo en que su voz pasaba de lo escrito a lo dicho. Voy a hacer como si fuera a escribir una novela, dice Barthes, y organiza sus notas de clase como instrucciones dirigidas, en primer lugar, a sí mismo. En efecto, sus seminarios de 1978-1980 son un juego serio de simulación. La escritura de una novela implica, para un ensayista que, como él, ama el fragmento, el pasaje de la forma corta a la forma larga.El territorio elegido para materializar el pasaje es el del , ese poema japonés brevísimo que debe despertar en sus lectores la convicción de lo que se describe así fue. Un clic, dice Barthes, una iluminación, un . En la preparación de la novela, el toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.Collège de France. Pero no sólo eso, sino también deslumbrantes fragmentos de prosa barthesiana, que muestran el modo en que su voz pasaba de lo escrito a lo dicho. Voy a hacer como si fuera a escribir una novela, dice Barthes, y organiza sus notas de clase como instrucciones dirigidas, en primer lugar, a sí mismo. En efecto, sus seminarios de 1978-1980 son un juego serio de simulación. La escritura de una novela implica, para un ensayista que, como él, ama el fragmento, el pasaje de la forma corta a la forma larga.El territorio elegido para materializar el pasaje es el del , ese poema japonés brevísimo que debe despertar en sus lectores la convicción de lo que se describe así fue. Un clic, dice Barthes, una iluminación, un . En la preparación de la novela, el toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.El territorio elegido para materializar el pasaje es el del , ese poema japonés brevísimo que debe despertar en sus lectores la convicción de lo que se describe así fue. Un clic, dice Barthes, una iluminación, un . En la preparación de la novela, el toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.haiku, ese poema japonés brevísimo que debe despertar en sus lectores la convicción de lo que se describe así fue. Un clic, dice Barthes, una iluminación, un . En la preparación de la novela, el toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.satori. En la preparación de la novela, el toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.haiku toma el lugar de las anotaciones del novelista futuro, de aquello que se capta del instante y se lo registra en la libreta de apuntes a la espera de su oportunidad. El es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.haiku es la aparición brusca del referente, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía, una especie de maravillosa contranovela. Entonces, la gran pregunta es: ¿qué hacer para que prenda como gajo de un relato largoUna respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes.Una respuesta se encuentra en lo que, sin ironía, Barthes llama el método: la disciplina estética y social en la vida del novelista. Proust, Kafka, Flaubert, Mallarmé supieron mucho de eso, y Barthes los lee con la curiosidad y la indiscreción de un etnógrafo que estudia las costumbres que hacen posible una escritura literaria. En medio también están, junto a las de otros, sus manías de escritor, sus supersticiones respecto de lugares, de papeles, de objetos, la disposición del espacio material donde la forma larga podrá finalmente prender. Así, la novela futura es pensada como una forma de vida, en una escena donde se despliegan los modos de ser Barthes. 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    El placer del texto y lección inaugural de la cátedra de semiología literaria del collège de france

    El placer del texto y lección inaugural de l...

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    COP $ 34.000
    La teoría ya ha comenzado a responder, pero permanece un interrogante: ¿qué gozamos del texto Es preciso formularse esta pregunta pues es necesario afirmar el placer del texto contra las indiferencias de la ciencia y el puritanismo del análisis ideológico, pero también contra la reducción de la literatura a un simple entretenimiento. Si el texto es, obviamente, el centro de reflexión de El placer del texto, ocupa también un lugar de privilegio en la Lección inaugural. El poder y el texto. Si el poder está siempre agazapado en todo discurso incluso a partir de un lugar fuera del poder, es preciso entonces preguntarse en qué condiciones y según que operaciones puede el discurso desprenderse de todo querer-asir.Si el texto es, obviamente, el centro de reflexión de El placer del texto, ocupa también un lugar de privilegio en la Lección inaugural. El poder y el texto. Si el poder está siempre agazapado en todo discurso incluso a partir de un lugar fuera del poder, es preciso entonces preguntarse en qué condiciones y según que operaciones puede el discurso desprenderse de todo querer-asir. Más información