Detalles
En esta novela el autor lleva a la literatura a dar cuenta de uno de sus hitos de vergüenza y dolor de la historia de Chile. Bajo el gobierno de Gabriel González Videla se promulgó la Ley de defensa de la democracia, rebautizada por el pueblo como la ley maldita , que puso en la ilegalidad al Partido Comunista: así se persiguió a hombres y mujeres, y dos mil de ellos fueron regalados al primer campo de concentración en Chile: Pisagua.Se podría decir que esta es una crónica pública y secreta de una experiencia que se convirtió en una epopeya, protagonizada por la humildad de trabajadores de las minas y las fábricas, de dirigentes sindicales, de profesores primarios, de dueñas de casa, de jóvenes y viejos, que en las duras condiciones climáticas, físicas y morales tuvieron también que enfrentarse a la mezquindad, el temor, las flaquezas de lo humano y con ello a través de los principios, los valores y el sentirse parte de un cuerpo que está más alla del propio, supieron hacer de esta una experiencia y ejemplo que potenciaba la fraternidad y el compromiso con la vida, con una sociedad más justa y humana.Para Neruda esta obra era inicial y augural de lo que se le pide al novelista y al poeta, que no solo sea un hombre de nuestro tiempo sino para todos los tiempos , pero en ese momento el gran vate no sabía que esta obra, iba a ser también augural en cuanto al destino que para otros hombres tenía reservado Pisagua, con su reinauguración como campo de concentración con posterioridad al golpe militar de 1973 que enterró por muchos años a la democracia.Se podría decir que esta es una crónica pública y secreta de una experiencia que se convirtió en una epopeya, protagonizada por la humildad de trabajadores de las minas y las fábricas, de dirigentes sindicales, de profesores primarios, de dueñas de casa, de jóvenes y viejos, que en las duras condiciones climáticas, físicas y morales tuvieron también que enfrentarse a la mezquindad, el temor, las flaquezas de lo humano y con ello a través de los principios, los valores y el sentirse parte de un cuerpo que está más alla del propio, supieron hacer de esta una experiencia y ejemplo que potenciaba la fraternidad y el compromiso con la vida, con una sociedad más justa y humana.Para Neruda esta obra era inicial y augural de lo que se le pide al novelista y al poeta, que no solo sea un hombre de nuestro tiempo sino para todos los tiempos , pero en ese momento el gran vate no sabía que esta obra, iba a ser también augural en cuanto al destino que para otros hombres tenía reservado Pisagua, con su reinauguración como campo de concentración con posterioridad al golpe militar de 1973 que enterró por muchos años a la democracia.Para Neruda esta obra era inicial y augural de lo que se le pide al novelista y al poeta, que no solo sea un hombre de nuestro tiempo sino para todos los tiempos , pero en ese momento el gran vate no sabía que esta obra, iba a ser también augural en cuanto al destino que para otros hombres tenía reservado Pisagua, con su reinauguración como campo de concentración con posterioridad al golpe militar de 1973 que enterró por muchos años a la democracia.
Volodia Teitelboim
información no disponible.
Prólogo a la edición portuguesa de 1981. Pablo Neruda
Rebautizo. El autor
Prólogo
Volodia Teitelboin, novelista, Jaime Concha
Primera parte
La vida de la gente
I. Un silbido en la niebla de la aurora
II. El rostro Quechua
III. La oscura travesía
IV. El novio raptado
V. Nostalgias
VI. Adiós al cisne
VII. La sangre y la letra
VIII. Clientes del infierno
IX. Fecundidad
X. Desencanto
XI. No seré un verdugo
XII. La prueba del amor
XIII. Contemplación de los cielos
XIV. Té de medianoche
XV. Cantos y recados lejanos
XVI. Conspiradores y comerciantes
XVII. La luna sobre los cristales belgas
XVIII. Don Quijote entra en escena
XIX. El pescador de salamina
Segunda parte
El vuelco
XX. La flor junto a la casa de agua
XXI. La partida de l poeta
XXII. Renovación de contrato
XXIII. La pagoda
XXIV. El rayo del exterminio
XXV. La madre del boxeador
XXVI. Un partido politico
XXVII. Las cuentas del Abaco
XXVIII. No hay trompetas para el pequeño intendente
XXIX. Cabezas pensantes
XXX. ¿Apocalipsis de mayo?
XXXI. ¿Quién fue?
XXXII. Apostasia
XXXIII. Espejismos
XXXIV. Los santos son inquilinos
XXXV. Nudo corredizo
XXXVI. El ojo de Cain
XXXVIII. Largo es el regreso
Tercera parte
Intermedio en los andes
XXXVIII. El corazón de la puna
XXXIX. Vertigo
XL. Ritos de la carne
XLI. El duelo de las vicuñas
XLII. Pechuga colorada
XLIII. Tres tiritones
XLIV. El festin de la batalla
XLV. La vara trenzada
XLVI. La tundra de los pastores
XLVII. El pais de la pachamama
XLVIII. La quena y el olvido
Cuarta parte
Tiempo de ayuno
XLIX. Inventario
L. La vergüenza
LI. Cuando todos se hayan alegrado
LII. El aguatero escucha
LIII. No irás a Tiliviche
LIV. La deshonra de Romeo
LV. La sopa derramada
LVI. Un clavo en el viento
LVII. La vuelta al conmutador
LVIII. Trajes sueltos
LIX. Encuentro en el mar
LX. Salta el cerrojo
LXI. La desconocida
LXII. Bajo la lluvia, entre los pinos
Quinta parte
Una porfiada esperanza
LXIII. El paso el proscrito
LXIV. En el flujo de la marea
LXV. Por las calles
LXVI. El camino del mundo