Detalles
Conocido sobre todo por su monumental , Edward Gibbon escribió asimismo unas que verían la luz en 1795, un año después de su muerte, y que permiten seguir con detalle con un estilo y un humor característicos la formación de uno de los grandes historiadores de todas las épocas. Su mala salud en la infancia alimentó en él un «temprano e invencible», amor por la lectura que nunca se completaría con una educación formal. Catorce meses en Oxford «los más indolentes y desaprovechados de toda su vida», la lectura de Bossuet y otras influencias le llevaron a convertirse al catolicismo, por lo que su padre, alarmado, le envió de inmediato a Lausana, entonces feudo protestante, para que cambiase de idea. Allí aprendió francés, profundizó en el latín y el griego, devoró todos los grandes clásicos y empezaría a conocer las obras clave de la Ilustración. Allí, también, se iniciaría en la vida social y tendría su primer y único romance, frustrado. El proceso que le conduciría a la creación de su obra magna, después de un largo viaje por Europa, se reconstruye en estas páginas de un modo fascinante. La pasión intelectual y la fe en el pensamiento racional que manifiestan, así como la dignidad, tolerancia y sabiduría de que dan muestras, son un genuino ejemplo de los más civilizados valores del siglo XVIII.Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, Edward Gibbon escribió asimismo unas que verían la luz en 1795, un año después de su muerte, y que permiten seguir con detalle con un estilo y un humor característicos la formación de uno de los grandes historiadores de todas las épocas. Su mala salud en la infancia alimentó en él un «temprano e invencible», amor por la lectura que nunca se completaría con una educación formal. Catorce meses en Oxford «los más indolentes y desaprovechados de toda su vida», la lectura de Bossuet y otras influencias le llevaron a convertirse al catolicismo, por lo que su padre, alarmado, le envió de inmediato a Lausana, entonces feudo protestante, para que cambiase de idea. Allí aprendió francés, profundizó en el latín y el griego, devoró todos los grandes clásicos y empezaría a conocer las obras clave de la Ilustración. Allí, también, se iniciaría en la vida social y tendría su primer y único romance, frustrado. El proceso que le conduciría a la creación de su obra magna, después de un largo viaje por Europa, se reconstruye en estas páginas de un modo fascinante. La pasión intelectual y la fe en el pensamiento racional que manifiestan, así como la dignidad, tolerancia y sabiduría de que dan muestras, son un genuino ejemplo de los más civilizados valores del siglo XVIII.Memorias de mi vida que verían la luz en 1795, un año después de su muerte, y que permiten seguir con detalle con un estilo y un humor característicos la formación de uno de los grandes historiadores de todas las épocas. Su mala salud en la infancia alimentó en él un «temprano e invencible», amor por la lectura que nunca se completaría con una educación formal. Catorce meses en Oxford «los más indolentes y desaprovechados de toda su vida», la lectura de Bossuet y otras influencias le llevaron a convertirse al catolicismo, por lo que su padre, alarmado, le envió de inmediato a Lausana, entonces feudo protestante, para que cambiase de idea. Allí aprendió francés, profundizó en el latín y el griego, devoró todos los grandes clásicos y empezaría a conocer las obras clave de la Ilustración. Allí, también, se iniciaría en la vida social y tendría su primer y único romance, frustrado. El proceso que le conduciría a la creación de su obra magna, después de un largo viaje por Europa, se reconstruye en estas páginas de un modo fascinante. La pasión intelectual y la fe en el pensamiento racional que manifiestan, así como la dignidad, tolerancia y sabiduría de que dan muestras, son un genuino ejemplo de los más civilizados valores del siglo XVIII.Su mala salud en la infancia alimentó en él un «temprano e invencible», amor por la lectura que nunca se completaría con una educación formal. Catorce meses en Oxford «los más indolentes y desaprovechados de toda su vida», la lectura de Bossuet y otras influencias le llevaron a convertirse al catolicismo, por lo que su padre, alarmado, le envió de inmediato a Lausana, entonces feudo protestante, para que cambiase de idea. Allí aprendió francés, profundizó en el latín y el griego, devoró todos los grandes clásicos y empezaría a conocer las obras clave de la Ilustración. Allí, también, se iniciaría en la vida social y tendría su primer y único romance, frustrado. El proceso que le conduciría a la creación de su obra magna, después de un largo viaje por Europa, se reconstruye en estas páginas de un modo fascinante. La pasión intelectual y la fe en el pensamiento racional que manifiestan, así como la dignidad, tolerancia y sabiduría de que dan muestras, son un genuino ejemplo de los más civilizados valores del siglo XVIII.
Edward Gibbon
información no disponible.
Nota al texto
Introducción
Capítulo I
Historia familiar
Capítulo II
Los primeros años: la escuela Westminster (1737-1752)
Capítulo III
Oxford (1752-1753)
Capítulo IV
Lausana (1753-1758)
Capítulo V
Ensayo. Servicio militar (1758-1762)
Capítulo VI
Gran viaje Buriton-Londres. Muerte de mi padre (1763-1770)
Capítulo VII
La vida en Londres. El parlamento. Decadencia y caída (1770-1783)
Capítulo VIII
Lausana (1783-1793)
Notas de Gibbon a los capítulos VII Y VIII
Apéndice l
Continuación de las memorias
Lord Sheffield
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