Detalles
La tenue delgadez de esta poesía se cifra en la palabra que piensa, en la pausa labrada poco a poco de manera artesanal, de una manera que nada tiene que ver con la premura del verbo ni menos, con la eficacia aparente del poema hecho de brillos o de adornos. Y no está lejos el misterio de estos versos, el lenguaje no dicho que, a su vez, define no pocas veces la verdadera fuerza del lenguaje, más allá del tintineo que juega y entretiene. Como cuando alude a la poesía: Susurras al oído, caracol de la sangre y la memoria, cantos de viejos pastores ignotos, amanuenses del viento en los acantilados. Hay encuentros aquí de una verdadera poesía, que se hace más bella en su despreocupada manera de mencionar las cosas del mundo y los íntimos sentimientos del alma: despreocupada porque carece de énfasis, porque el acento lo pone en el silencio. Y no está lejos el misterio de estos versos, el lenguaje no dicho que, a su vez, define no pocas veces la verdadera fuerza del lenguaje, más allá del tintineo que juega y entretiene. Como cuando alude a la poesía: Susurras al oído, caracol de la sangre y la memoria, cantos de viejos pastores ignotos, amanuenses del viento en los acantilados. Hay encuentros aquí de una verdadera poesía, que se hace más bella en su despreocupada manera de mencionar las cosas del mundo y los íntimos sentimientos del alma: despreocupada porque carece de énfasis, porque el acento lo pone en el silencio.Y no está lejos el misterio de estos versos, el lenguaje no dicho que, a su vez, define no pocas veces la verdadera fuerza del lenguaje, más allá del tintineo que juega y entretiene. Como cuando alude a la poesía: Susurras al oído, caracol de la sangre y la memoria, cantos de viejos pastores ignotos, amanuenses del viento en los acantilados. Hay encuentros aquí de una verdadera poesía, que se hace más bella en su despreocupada manera de mencionar las cosas del mundo y los íntimos sentimientos del alma: despreocupada porque carece de énfasis, porque el acento lo pone en el silencio.Hay encuentros aquí de una verdadera poesía, que se hace más bella en su despreocupada manera de mencionar las cosas del mundo y los íntimos sentimientos del alma: despreocupada porque carece de énfasis, porque el acento lo pone en el silencio.
Oreste Donadío
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