Detalles
Por el tiempo urbano de deambulan ladrones mágicos, terroristas con manos de tahúr, sicarios educados, eternos aprendices del golpe perfecto, administrativos iluminados, ejecutivos de corte impecable, inmobiliarias sin escrúpulos, mujeres impacientes, camellos de guante blanco, solitarias divas, atracadores acosados por la incredulidad, psicópatas de costumbres cosméticas, hetairas sin futuro y con pasado, leyendas de los mares, perros delatores, familias sorpresivamente tradicionales, pistoleros racistas, policías cautelosos, antropófagos involuntarios, refinados carteristas y como dice Alfons Cervera en el prólogo: Lo que más se te cuelga de ese tiempo es cómo miran los personajes de estos relatos. Cómo se han pasado las hojas mirándose unos a otros, cara a cara, a la nuca antes de disparar el tiro de gracia, a los ojos sólo para meter por ellos la aguja del amor o la del daño: porque aquí nunca hay nada de un solo color. Todo se tiñe de la noche y el día, de las sombras y las luces que duelen en la espalda al dejar atrás el cuerpo lleno de cansancio, de la prisa y la lentitud que buscan el final con la precisión y la minuciosidad del entamó lago que todo lo apuesta a la última jugada.El Perro faldero deambulan ladrones mágicos, terroristas con manos de tahúr, sicarios educados, eternos aprendices del golpe perfecto, administrativos iluminados, ejecutivos de corte impecable, inmobiliarias sin escrúpulos, mujeres impacientes, camellos de guante blanco, solitarias divas, atracadores acosados por la incredulidad, psicópatas de costumbres cosméticas, hetairas sin futuro y con pasado, leyendas de los mares, perros delatores, familias sorpresivamente tradicionales, pistoleros racistas, policías cautelosos, antropófagos involuntarios, refinados carteristas y como dice Alfons Cervera en el prólogo: Lo que más se te cuelga de ese tiempo es cómo miran los personajes de estos relatos. Cómo se han pasado las hojas mirándose unos a otros, cara a cara, a la nuca antes de disparar el tiro de gracia, a los ojos sólo para meter por ellos la aguja del amor o la del daño: porque aquí nunca hay nada de un solo color. Todo se tiñe de la noche y el día, de las sombras y las luces que duelen en la espalda al dejar atrás el cuerpo lleno de cansancio, de la prisa y la lentitud que buscan el final con la precisión y la minuciosidad del entamó lago que todo lo apuesta a la última jugada.Lo que más se te cuelga de ese tiempo es cómo miran los personajes de estos relatos. Cómo se han pasado las hojas mirándose unos a otros, cara a cara, a la nuca antes de disparar el tiro de gracia, a los ojos sólo para meter por ellos la aguja del amor o la del daño: porque aquí nunca hay nada de un solo color. Todo se tiñe de la noche y el día, de las sombras y las luces que duelen en la espalda al dejar atrás el cuerpo lleno de cansancio, de la prisa y la lentitud que buscan el final con la precisión y la minuciosidad del entamó lago que todo lo apuesta a la última jugada.
Información adicional
Distribuidor | Promolibro |
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Casa editorial | Brosquil Ediciones |
Año de Edición | 2003 |
Número de Páginas | 261 |
Idioma(s) | Español |
Alto y ancho | 15 x 21 |
Peso | 0.4800 |
Tipo Producto | libro |
Herme Cerezo
información no disponible.
Prólogo
El Garlito
A
La cita
El curioso tándem
La sota de espadas
La sombra
Alea iacta erat
Sublevación
De la Carnicería Sanzot a Paul Auster
La última crónica de Bob Branninghan
El charco
Adagio para clarinete KV 622
Nostradamus
El pendiente
¿Te acuerdas de Samsa?
El perro faldero
Sinfonía de Nochebuena
Black and black
Paisaje después de la batalla
Fast food
Le teoría de Don Pedro (una historia en euros)
Epílogo
Dedicatoria post scriptum
Reseñas
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